domingo, 28 de noviembre de 2010

...botella medio llena o medio vacía...

Hace uno días mientras visualizábamos una de las tantas y buenas películas del oscarizado director norteamericano, Woody Allen, salió el tema de los optimistas y pesimistas, de la suerte que tienen unos y de la gozan otros tan sólo por su manera de encarar el día a día. En definitiva, ver la botella medio llena o medio vacía. A veces no reparamos en los pequeños detalles, pero ver esa botella de una manera u otra nos diferencia bastante del resto. Nos hace ser de una forma o de otra.

La película en cuestión es Match Point, que básicamente en su inicio compara la vida con un partido de tenis. La primera escena del filme nos muestra en un plano fijo como una pelota de tenis pasa una y otra vez sobre la red en cámara lenta, no obstante, en una de las ocasiones no logra su objetivo de seguir adelante y pasar la red, es cuando la pelota se topa con la red, se eleva ligeramente y el plano se congela, todo ello acompañado por una música melancólica que nos evoca a grandes tarde de Ópera. Una voz en off nos recuerda que aquel que dijo más vale tener suerte que talento conocía la esencia de la vida. La gente tiene miedo a reconocer que gran parte de la vida depende de la suerte, asusta pensar cuántas cosas escapan de nuestro control.



Bueno a colación de esta intro, nos deberíamos preguntar si la gente optimista tiene más suerte que el resto, o ¿solamente creen que tienen más suerte porque en realidad tienen una visión más optimista de sus vidas? En cualquier caso admiro a todas y cada una de las personas que tras levantarse de la cama afronta un nuevo día con una sonrisa, con unas ganas tremendas de comerse el mundo. Da igual que tengas 20 años a que hayan pasado por tus cansados ojos 55 primaveras, el hecho de encarar la vida de esta manera te hace ser diferente. Y me gusta rodearme de gente así, pues si como también dicen que todo se pega menos la hermosura, no pierdo la ocasión de pasarme del bando de los optimistas. Me gusta oírles, escucharles, ver sus grandes ansias de que las cosas salgan bien, de que a pesar de tener la situación totalmenten descontrolada y sin ninguna opción... sigan adelante. Sentir que sus proyectos, por muy ambiciosos que sean se van a ser realidad.

Yo mas bien me considero pesimista, en mi caso mi botella casi siempre se ha encontrado, se encuentra y quién sabe, se encontrará medio vacía. Quizá simplemente es que mi visión realista de la vida haya hecho que vea la vida con tonos grises y apagados y no alegres y luminosos. Quizá hechos vividos en el pasado te hacen ser y constituirte de una forma mas optimista o pesimista. Lo cierto, sea cual sea la opción elegida racional o irracionalmente, me parece una visión correcta. De hecho pienso que debe haber mas pesimistas que optimistas, por el simple hecho de que éstos últimos harían de su entusiamos una forma de cambiar el mundo y hacer cosas impulsivamente sin ver las consecuencias en un futuro. Es, precisamente aquí, donde los pesimistas cobran especial protagonismo, pues sin duda tratarán de cortar las alas a muchos optimistas, mientras los optimistas contraatacarán a sus mayores enemigos cayendo algunos irremediablemente en manos de su mayor pesadilla, pasando así a pertenecer al lado bueno y alegre. Por eso opino que debe haber mas de los uno que de los otros. Siempre será mas fácil pasarse del lado pesimista al optimista que vicerversa, o al menos esa en la sensación que me queda depués de vivencias propias.

Volviendo al principio, no sabría con certeza qué contestar. Desde mi punto de vista pienso que no es que los optimistas tengan mas suerte si no que es la forma de abordar los temas y situaciones la que les hace que las cosas salgan bien, no tiene nada que ver con la fortuna. Pienso que son mas constantes y no decaen tan fácilmente en su empeño de seguir adelante. Un pesimista no creería en sus posibilidades a menos que tenga un inicio positivo y favorable, de otro modo pensará que ha fracasado y dejaría abandonado o cuanto menos apartado su proyecto de futuro.

Yo, sinceramente, si quereis un consejo, tendría un angelito y un demonio como los que salen en las películas y que intentan comerte la oreja con sus bondades y sus maliciosas palabras. Porque si bien el angelito, encarnado por el lado positivo, te dirá que continues con las mismas ganas y fuerzas de siempre, ahí también debe haber un diablo enarbolando la bandera del pesimismo para que te pare los pies en determinados momentos de locura y desenfreno.



Para extrapolar las dos posturas, en muchos casos claramente enfrentadas y sin visos de renconciliación, he extraído dos frases de personajes célebres que se atrevieron a pronunciarse acerca del tema que nos atañe. Por una parte he escogido a Antonio Gala que se atrevió a confesar: No soy pesimista. Soy un optimista bien informado. No resto razón a las palabras del dramaturgo, pero mucho menos a las siguientes palabras del británico Winston Churchill: Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa. No es muy útil, quizá no... o quizá sí... He ahí la cuestión como diría aquel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario